25 feb 2013

La joya de la corona: la Catedral


Llevamos algo más de un año publicando a través de este espacio las maravillas de Compostela y nos hemos dado cuenta que no le hemos dedicado ni un sólo post íntegro a nuestra joya de la corona: la Catedral de Santiago. Os hemos hablado de las cuatro plazas que la rodean, de su museo, del casco histórico y de un sinfín de cosas relacionadas con ella, pero no le hemos prestado la atención suficiente. Por eso, este post de hoy es, sin duda, para nuestra catedral.




Visibles desde gran parte de la ciudad, las torres de la catedral constituyen los elementos de mayor altitud de la antigua y amurallada Compostela. Impresionante ante los ojos de quiénes la ven por primera vez, la majestuosa catedral no pasa desapercibida para nadie. Meta de quiénes llegan tras recorrer cientos de kilómetros a lo largo de alguno de los Caminos de Santiago, no es rara la estampa de  gente envuelta en lágrimas de emoción a su llegada al Obradoiro. La plaza y la Catedral simbolizan la meta al final del Camino, el objetivo conseguido, el éxito, alegría por llegar, tristeza porque termina, felicidad, melancolía, belleza...son tantos los sentimientos y emociones que se viven cada día frente a la catedral que quién pudiera tener un ojo de gran hermano para captar cada segundo de cada rincón del Obradoiro. 



Otra de esas estampas típicas es ver a la gente tumbada observando la catedral del revés o sentada en la plaza admirando la catedral al tiempo que recuperan fuerzas y disfrutan de esos instantes en los que uno se siente triunfador tras concluir su camino, permaneciendo impertérritos como si quisieran detener el tiempo.  




Pero, ¿y qué hay de sus orígenes? Los antecedentes históricos que nos llevan a la construcción de una catedral en la ciudad de Santiago se basan en leyendas, que como tales, cada uno es libre de determinar su credibilidad.  El Obispo Teodomiro de Iria Flavia (Padrón) avisado por el eremita Pelayo descubre la existencia de los supuestos restos del Apóstol Santiago en la ciudad, lo que lleva a la construcción de una pequeña iglesia por orden del rey Alfonso II el Casto en la ubicación dónde se había producido el hallazgo. 


 Empezó a gestarse el inicio de una peregrinación de creyentes llegados de todas partes para visitar el templo dónde se encontraban los restos del Apóstol, eran los inicios del Camino de Santiago. La Iglesia comenzaba a quedarse pequeña sufriendo constantes remodelaciones y ampliaciones hasta que en el año 977, las tropas musulmanas de Almanzor saquearon la ciudad de Santiago y su catedral.  A pesar de este fatídico hecho, Compostela y su catedral resurgieron nuevamente. Sin embargo, no es hasta el mandato de Alfonso VI cuando se inicia la construcción de una nueva catedral, configurándose así las bases de lo que hoy tras evoluciones en el tiempo y en los estilos arquitectónicos es la actual catedral de Santiago. Junto a esto, hechos como la declaración de Año Santo Jubilar los años en que el día 25 de Julio coincida en Domingo y la divulgación de la peregrinación hacia Compostela suponen el nacimiento de un lugar de peregrinación cristiana a nivel mundial.







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